20 de febrero de 2015

Sexo, playas y sol

¿Has veraneado alguna vez en República Dominicana? ¿Te has paseado alguna vez por las playas de Punta Cana, Playa Bávaro o Puerto Plata?
Tal vez sí, tal vez no. Pero seguro que si escuchas hablar del Caribe vienen a tu mente palabras como: fiesta, baile, sexo, playas, sol, relax, descanso, todo-incluido...
Y es que no es para menos. Eso es lo que nos venden las agencias de viajes. Y lo mejor de todo: "todo muy barato".
Estamos en el mes de febrero, mes de la patria. Por eso, quiero compartir otras palabras que a mí me sugiere República Dominicana. Unas más agradables y otras no tanto, pero es lo que veo, lo que siento y lo que creo:
- Buena gente, generosa, sensible...
- Corrupción en la política, mentira, engaño, fraude, abuso del pueblo...
- Apagones, falta de luz,
- Machismo, mucho machismo
- Madres"todoterreno"
- Fe, Dios...
- Violencia, droga, mafia, Tigueres, inseguridad...
- Ignorancia, analfabetismo, falta de oportunidades, escuelas sin dignidad...
- Alegría, sonrisa, dientes blancos...
- Basura, basura y basura...
- Salarios muy bajos, explotación, falta de oportunidades...
- Buena música, buenos músicos, sentido del ritmo...
- Sol, agua, campo... y buena fruta.
- Pobreza y riqueza...
Si vives acá, tal vez tú veas otras cosas. Compártelas, mangante...

3 de diciembre de 2014

Arriba, abajo, a un lado y al otro



El Corito Chichigua tenemos una canción que sirve para aprender a hacer la señal de la cruz. El Estribillo dice: "Arriba y abajo, a un lado y al otro, hago la cruz de Jesús". Cuando lo hacemos en los conciertos realizamos todos esos gestos y subimos las manos hacia arriba, luego hacia abajo, las ponemos hacia la derecha y luego hacia la izquierda.
Pero más allá de la señal de la cruz, esta coreografía nos recuerda hacia dónde tiene que orientarse nuestra vida:
- Hacia arriba: allí está Dios, en lo alto, viéndonos, apoyándonos, sosteniéndonos...
- Hacia abajo: allí están los pobres, los humillados, los últimos...
- Hacia un lado y hacia otro: allí nos encontramos con nuestros hermanos de comunidad, personas como nosotros que nos acompañan y ayudan a caminar...
Desde ahora, mangante, ya sabes dónde están las cosas importantes de la vida: "arriba, abajo, a un lado y a otro".

25 de noviembre de 2014

En Misa: sordos, ciegos y mudos



Hace unos días estaba dando la comunión, digo: "Cuerpo de Cristo", miro a la cara a la persona que le voy a dar la comunión y veo que es un señor que lleva puestas unas orejeras. Creo que es la primera vez que veo a alguien en Misa con orejeras. Me hizo bastante gracia aquella situación.
Probablemente aquel señor tenía frío y no quiso quitarse las orejeras para que no se le congelasen las orejas. De todos modos aquella situación me llevó a reflexionar que hay algunos cristianos que, aunque no se nos ven las orejeras, en el fondo estamos en Misa con los oídos taponados, que tenemos tanta cera en los oídos que somos incapaces de escuchar la Palabra de Dios, de dejarnos transformar por ella, de interrogarnos ni siquiera un poco nuestro estilo de vida. "Por un oído nos entra y por otro nos sale" -que diría el refrán. Son cristianos sordos.
Siguiendo con la reflexión, también nos encontramos con otras personas que vienen a Misa con los ojos tapados, que son incapaces de mirar a las personas que tienen a su lado, que les importa un comino la comunidad. Son personas que solo se miran a sí mismos y que les molesta cualquier creatividad, novedad o gesto que se realiza en Misa y que le implique moverse ni siquiera un centímetro de su banco. Son cristianos ciegos.
Y también hay otros cristianos que vienen a Misa con la boca tapada: que no responden o lo hacen de mala gana; que no cantan; que no participan... Personas que tienen los músculos de la boca agarrotados. Y esos son los que luego se quejan diciendo que la Misa es un rollo, que no hay quien aguante, que es insoportable. Son cristianos mudos.
Me viene a la mente aquel dibujo de los tres monos: uno se tapa los oídos, otro los ojos y otro la boca.
Si te sientes identificado con uno de estos tres tipos de actitudes, deja ya de ser un "mono cristiano".

23 de noviembre de 2014

Hay reyes y Reyes


Estamos acostumbrados a encumbrar a la gente, a adorar ídolos y poner coronas de grandeza. Vivimos en un mundo donde elevamos a la categoría de reyes a muchas personas y casi los convertimos en dioses, o mejor dicho, "diosecillos" ante los que nos arrodillamos. ¿Quieren algún ejemplo concreto?
- Cristiano Ronaldo (y tal vez muchos otros deportistas): juega bien al fútbol, es una persona atlética... pero ¿eso es suficiente para ponerle una corona de grandeza? ¿Tenemos que adorar a una persona que solo piensa en su imagen física y en alcanzar muchos trofeos?
- Justin Biever (y tal vez otros muchos cantantes): canta bien, es guapo, tiene talento... pero ¿eso es suficiente para convertirlo en nuestro ídolo? ¿Está bien que ensalcemos a una persona que tiene problemas con la justicia, que flirtea con las drogas y se cree con derecho a todo por ser famoso?
- Paris Hilton (y tal vez otras "niñas caprichosas" de nuestra sociedad): tendrá mucho dinero heredado de su familia y de una red de hoteles... pero ¿eso le autoriza a esta joven a derrochar, y estar de fiesta en fiesta? ¿Por qué nosotros damos seguimiento a una persona que tiene mucho dinero, pero está vacía, totalmente vacía de valores?
La lista de personas "endiosadas" por nuestro mundo sería muy larga. Esto es solo un aperitivo para que veamos quiénes son los "nuevos reyes" a los que adoramos. En su gran mayoría todos estos pequeños dioses solo piensan en sí mismos, en su fama, en su enriquecimiento, en su bienestar, en su comodidad.
Hoy celebramos la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. El reinado que nos ofrece Jesús es muy distinto a todo lo que nos propone nuestra sociedad. Jesús no fue un buen deportista, ni una estrella del rock, ni un empresario famoso, ni un actor de cine, ni un modelo de pasarela... pero Jesús "pasó haciendo el bien" y eso le convierte en Rey.

13 de noviembre de 2014

Quiero un cura molongui


Estos días iba viajando en tren. Sentados detrás de mí estaban 3 jóvenes: dos chicas y un chico. Iban hablando de la boda de una de ellas, de los preparativos, de la ilusión que le hacía casarse, de cómo quería organizar la despedida de solteros, del menú... y de la ceremonia. Bueno, mejor dicho, hablaba del tipo de cura que quería que la casara con su novio. Ella dijo que quería un cura molongui, que no fuera aburrido.
En la soledad de mi asiento esbocé una ligera sonrisa y comencé a pensar qué es lo que le movía a aquella chica a querer tener un cura molongui en su boda. Quizá pretendía esquivar a esos sacerdotes que aburren incluso a las piedras de la Iglesia; quizá quería huir de esos sacerdotes moralistas, ritualistas y tantas otras cosas que terminan en "istas". O tal vez su intención era tener un cura simpático, gracioso, divertido y jocoso que en lugar de oficiar una ceremonia nupcial ofrezca a todos los asistentes (incluidos los novios) un monólogo como los que se sirven en televisión en el "Club de la Comedia".
Si les soy sincero, la actitud y el comentario de aquella chica no me sorprendió en absoluto. Un gran porcentaje de los novios que se casan hoy en día buscan un traje elegante, una Iglesia bonita, un banquete abundante y exquisito, un viaje exótico... y un cura molongui. En más de una ocasión han venido a mí parejas de novios queriendo tener una ceremonia "original", breve y amena. Son los menos los que vienen y te piden que les ayudes a descubrir a Dios en su relación de pareja. Y lo peor de todo es que en algunas ocasiones nosotros, los sacerdotes, caemos en esa trampa y les ayudamos a organizar una boda light, descafeinada, sin contenido, tan original, tan original que nos olvidamos incluso de Dios.
Por eso cuando alguien me dice que se va a casar por el Juzgado, por lo civil, por la Ley, porque no cree en el Sacramento, no solo no me ofende, sino que brota en mí el aplauso y el apoyo ante esas personas que quieren ser coherentes. Con las cosas de Dios no se juega. Si queremos un cura "molongui" es porque en el fondo también queremos un Dios "molongui", que no nos comprometa, que no nos exija.
Amiga que se va a casar, no te conozco lo suficiente, pero me atrevo a darte un consejo: búscate un cura que te ayude a entender el sacramento, que te acerque a Dios y te haga comprender la importancia del paso que vas a dar.

25 de octubre de 2014

Amar al prójimo... ¿y eso cómo es?



¡Madre mía, cuántas veces hemos escuchado ya el Mandamiento del amor! Lo decimos de carrerilla: "Amarás a Dios por encima de todas las cosas... y a tu prójimo como a ti mismo", pero, por desgracia, no lo aplicamos de carrerilla. Y una vez más nos preguntamos quién es nuestro prójimo, a quién tenemos que amar realmente. Les invito a que encuentren a su prójimo. Si lo encuentras ya has dado el primer paso. A continuación lo que te toca es amarlo:
- Para el enfermero: Amarás al que está postrado en una silla de ruedas y tienes que darle de comer, llevarlo al baño, vestirlo o asearlo...
- Para el profesor: Amarás al niño o el joven que, aún yendo a la escuela y sabiendo mucho de Matemáticas, de Lengua o Física, no es educado, y nunca te da las gracias por el tiempo que le dedicas...
- Para el que está en una oficina: Amarás a aquella persona que viene de malas maneras, con exigencia, con prepotencia... ya sea un cliente o tu propio jefe.
- Para los que vivimos en nuestro país: Amarás a todos los extranjeros e inmigrantes que vienen a "nuestro territorio" a ganarse la vida.
- Para los familiares que no se hablan: Amarás a todas las personas de tu familia, aunque te hayan hecho cosas muy graves, te hayan ofendido o te hayan faltado el respeto.
- Para los que están separados o divorciados: Amarás a la persona con la que un día te casaste, sabiendo que aunque no puede haber un amor matrimonial, sí al menos puede existir un amor cristiano.
- Para el sacerdote: Amarás a las personas que vienen a cualquier hora buscando consuelo, que necesitan hablar... Amarás a las personas que opinan de forma distinta en tu comunidad parroquial... Amarás a los pecadores y a los que se salen del redil, a los que no "cumplen" las normas de la Iglesia o la critican.
- Para todos: Amarás al que es diferente a ti, piensa de manera distinta, procede de otra cultura, practica otra religión, vive de otra manera, siente de forma distinta.

18 de octubre de 2014

Renace la alegría


En este fin de semana estamos celebrando el DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones). Hay años en los que esta fecha nos trae lemas extraños, rebuscados y demasiado filosóficos. Pero en esta ocasión no es así, al decirnos: "Renace la alegría".
Cuando vi por primera vez el cartel, con esos rostros sonrientes y esa frase tan clara y sugerente, dije: "es verdad, la presencia de un misionero suele ser causa de alegría". Y así lo he vivido yo durante los años que he estado en Santo Domingo. He sentido cómo a través de la Fundación Niños Limpiabotas La Merced, las Misas, el Sacramento de la Reconciliación, la visita a los enfermos, la catequesis de niños, la pastoral Familiar o el Corito Chichigua he conseguido despertar la alegría en muchos rostros. Y lo más interesante de todo es que no soy yo quien brilla, no soy yo quien despierta esa alegría, sino el Evangelio de Jesús que sana a los enfermos, da alegría a los tristes, consuelo a los afligidos y libertad a los cautivos.
Al leer este lema muchos se pensarán que la alegría sólo renace de un lado, que sólo los que entran en contacto con nosotros los misioneros sienten alegría, y no es así. Esa felicidad es recíproca, sí. Soy yo quien he visto renacer en mí la alegría, al compartir la vida con tanta gente buena, que cree en Dios y te contagia esa fe. Soy yo quien siente esa felicidad de estar al lado de los más necesitados.
Hace poco un amigo de mi pueblo me decía: "Santi, no te canses de sonreír y compartir esa alegría que llevas dentro y que siempre compartes con nosotros, porque realmente es contagiosa".
Hoy, Día del DOMUND, quiero dar gracias a Dios porque "me utiliza" para ser fuente de alegría, porque se ha fijado en mí para ser misionero. Pero sobre todo quiero darle gracias porque, cuando llegué a Santo Domingo pensaba que iba a salvar y ayudar a mucha gente, y sin embargo soy yo quien ha encontrado la salvación y la ayuda al lado de estas personas.
Querido mangante, te invito a sonreír y compartir también con los demás la alegría que llevas dentro.

11 de octubre de 2014

El traje de fiesta



Este Domingo el Evangelio nos ofrece de nuevo otra parábola para entender el Reino de Dios.
El final de esta parábola se fija en alguien que, estando ya dentro del banquete, no estaba con el traje apropiado para dicha fiesta.
El Reino es como una fiesta al que todos estamos invitados, pero no todos llevamos el traje de fiesta. Cuando Jesús dice traje no se refiere a la chaqueta y la corbata, al vestido elegante, a las joyas preciosas... No, no. No habla de esos trajes y adornos.
He aquí algunas cosas que quizá puedas ponerte para estar "apropiado" para el banquete del Reino:
- Un pantalón de generosidad
- Una camisa de amor
- Unos calcetines de humildad
- Una chaqueta de acogida
- Una corbata de misericordia
- Un reloj de paciencia
Y si eres mujer, también puedes llevar puesto al Banquete del Reino todo esto:
- Unos zapatos de cercanía
- Un vestido de coherencia
- Un collar de justicia
- Una pulsera de libertad
- Unos pendientes de paz
- Un maquillaje de sinceridad
Si abres tu armario y ves que no tienes nada de esto, es porque no tienes "traje de fiesta". Pero aún estás a tiempo de conseguirlo. Sal a la calle y comparte con la gente, llora con el que llora, ríe con el ríe, camina con el que camina, siéntate con el que está sentado... y poco a poco, casi sin darte cuenta tendrás el "traje de fiesta".